Muchas leyendas narran el origen
de esta bebida revitalizante.
La más famosa cuenta que, en Etiopía, un pastor de nombre Kaldi
que había llevado a pastar a sus cabras notó con asombro que,
tras comer las bayas de una planta silvestre, las cabras daban
muestras de excitación. El pastor, al no poderse explicar lo que
había sucedido, se lo contó a un abad. Éste intuyó que se
trataba de las propiedades de la planta y preparó con ella una
bebida amarga y caliente que, al calentar el cuerpo, lo
revitalizaba, liberándolo del sueño y el cansancio. El abad
compartió su descubrimiento con los monjes del convento y así
comenzó a difundirse el conocimiento de los efectos estimulantes
de las bayas. En poco tiempo el café llegó a Arabia, iniciando
de este modo un viaje que extendió su fama por todo el mundo. |
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Al igual que todos los demás tipos de plantas y semillas, el
descubrimiento y la introducción del café están relacionados
con la historia de las guerras, las colonizaciones y el
comercio. Su difusión en el mundo se ha visto facilitada por
las numerosas vicisitudes bélicas y coloniales de pueblos que,
durante sus viajes de negocios, lo introdujeron en diferentes
territorios.
En Occidente, el café se difundió a través de Venecia, donde
se cree que en 1640 se abrió la primera «Bottega del Caffé»;
el éxito fue inmediato y el café, como bebida y como local, se
popularizó en Inglaterra, Austria, Alemania y Holanda.
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A pesar de que su presencia
era limitada, el café se afirmó sobre todo después de la
segunda mitad del siglo XVIII, conquistando rápidamente los
mercados de las ciudades americanas más importantes.
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